Fanfic: Dolores.
Clasificación: one shot.
Couple: Homin -como siempre-
Sinopsis: Changmin está adolorido, Yunho no ayuda mucho.
—Yunho... —le llama en la oscuridad de la noche, sabiendo que el mayor se encuentra detrás de él. Incluso puede escuchar su respiración desde donde está. —Yunho.
Sabe que su voz suena más baja de lo que realmente es y quizás por eso el mayor no ha reaccionado. Voltea, y allí lo ve. Quizás en otras condiciones se habría horrorizado al ver como la poca claridad que entra por la ventana se refleja en la extraña mueca con la que su hyung duerme por las noches. —Hyung... —murmura, tomando uno de sus brazos, moviendolo, para que despierte. Duele mucho.—¡Qué te despiertes, joder! —Termina por golpearlo, y es que el mayor despierta la poca paciencia que tiene.
—¿Qué? ¿Qué sucede? —pregunta con la voz rasposa, sin poder enfocar con claridad la silueta junto a si, por lo que con rapidez, su mano viaja a la mesita de noche, intentando así encender las luces, y así encontrarlo, más pálido de lo normal, con ojeras, y sujetando su propio estómago, —¿Minnie? ¿Estás... Bien? —Si, sabe que es una pregunta estúpida, pero su mente aún duerme. Siempre fue así, de distraído, más sin embargo y pese a todo, su cara expresa la preocupación que siente al ver al más joven de los dos en aquellas condiciones. Y lo sabe, el menor no es alguien que despierte porque si.
—Duele... Mucho... —pronuncia, acercando lo más que puede sus rodillas a su propio estómago, adoptando una posición prácticamente fetal. —Necesito.. algo que tomar... No lo se... —Entreabre los ojos apenas, encontrándose con el mayor allí, observándolo. "Tan lento". Piensa y nuevamente le golpea, esperando así reaccione para algo.
—Ya, ya entendí... —Se levanta con rapidez, y así, descalzo como se encuentra, se dirige al baño, donde el botiquín se encuentra. De memoria sabe las cosas que allí hay, quizás porque el menor, y esa obsesión por ser precavido lo han obligado a memorizar en que compartimiento hay cada cosa. Ahora entiende que de algo sirvieron todas esas clases que el más alto pareció darle, indirectamente mientras ambos veían televisión. Busca un poco de agua, y vuelve con esta a donde el cuarto, encontrando a su pareja con los ojos cerrados. Parece tranquilo, pese a soltar quejidos cada tanto.—Changdollie... Bebé... —Musita contra su oreja, a diferencia del otro, sus tácticas parecen ser más dulces, en donde las palabras van acompañadas de caricias, por sobre su frente y cabellos, y finalmente por su cuello, porque sabe que ese es el punto débil del otro. —Gordito.
—No estoy gordo —Se defiende, con ainco, clavando los ojos en las orbes del mayor, y posa ambas manos sobre su pecho, empujándolo hacia atrás, al darse cuenta de la cercanía que ahora entre ambos existe.— Haz lugar, necesito espacio para respirar. —Le quita el vaso y luego las pastillas, en silencio, llevando estas con rapidez a su boca, como si de aquella forma todo pasase más rápido de lo que realmente será. —No me mires, me incomodas.
Yunho sonríe, pese al dolor el menor parece mantener ese "humor", como el le ha llamado a la personalidad directa y pensante que su pareja parece tener.—¿Necesitas algo más? —Pregunta, recibiendo una negativa por parte del otro. —¿Quieres que llame al médico? ¿A tu madre? Si quieres vamos al hospital aquí cerca. —Propone tomando lugar en la punta de la cama que ambos comparten por las noches.
—¿No crees que exageras? —Cuestiona el más joven, cubriéndose nuevamente, esta vez incluso su cabeza, dejando solo a la vista sus oscuras y grandes orbes color café.— Es un simple dolor de estómago. La diestra del mayor viaja a donde se encuentra el estómago contrario, y comienza a frotar su panza, por encima de las telas que cubren el enorme bulto que ahora su donsaeng es. —Que...¿Qué haces? —su voz suena desesperada, y aun que intenta removerse, su dolor es tal que simplemente se queda quieto, pese a encontrar estúpido lo que el mayor hace.
—Sh... Es mágico, mamá lo hacía con JiHye y conmigo cuando nos dolía —Comenta, con tranquilidad, rememorando aquellos dulces recuerdos que tiene de su infancia. Changmin se pregunta si es verdad lo que está viviendo, también si el mayor realmente tiene la edad que dice tener.
—¿Es broma? —pestañea, incrédulo, y en cambio recibe una simple negativa. Definitivamente, el otro es inocente cuando quiere. Ríe, y sus ojos se vuelven asimétricos solo por eso, y el simple hecho de que su mejilla se encuentre aplastada contra la almohada hace que aquel simple detalle de sus ojos se vuelva más obvio que en otras circunstancias.
—Es verdad, realmente dejaba de dolerme luego de sus mimos. —Le sonríe, conforme su mano continúa moviéndose por aquel abdomen, con calma, creyendo que así le está haciendo un bien. —Sana, sana colita de rana... Si no sana hoy, sanará mañana. —Canturrea por lo bajo, con esa dulzura que su voz expresa, y el menor sabe que su novio realmente cree que eso es así y sin embargo no le sorprende, teniendo en cuenta que no fue hasta los 13 que se enteró que Santa Claus no existía realmente.
Changmin suspira, relajado, dejándose hacer.—Yunho.. —Musita, sediendole su lugar en la cama, para él pasar a ocupar el que normalmente ocupa el otro, y así le da a entender que solo quiere continuar durmiendo.—Ya pasó. —Informa esperando por su hyung.
Y Yunho es obediente para con Changmin en ese sentido, acomodándose boca arriba sobre el colchón, estirando su brazo para buscar el cálido cuerpo del más alto, notando como este silenciosamente llega hasta él, y acomoda su cabeza sobre su pecho, y su respiración comienza a morir contra su piel. —Te lo dije... —Comenta con gracia, rodeando con ambos brazos a su compañero, su voz connota emoción.— Es mágico.
Y Yunho es obediente para con Changmin en ese sentido, acomodándose boca arriba sobre el colchón, estirando su brazo para buscar el cálido cuerpo del más alto, notando como este silenciosamente llega hasta él, y acomoda su cabeza sobre su pecho, y su respiración comienza a morir contra su piel. —Te lo dije... —Comenta con gracia, rodeando con ambos brazos a su compañero, su voz connota emoción.— Es mágico.
El menor ríe, más prefiere quedarse en silencio, pues pese a todo, es la inocencia del mayor lo que más le hace quererle. Prefiere pegarle, con suavidad ahora, y siente como bajo la palma de su mano, los músculos ajenos se contraen. Quizás no fue tan dulce como esperó aquel golpe. —Mejor duerme, hyung. —Comenta, moviendo su cabeza, y cierra los ojos, estirando su mano para apagar la luz que el mayor prendió minutos atrás.
—¡Lo sabía! Funciona. —Continúa el más grande, recibiendo nuevamente un golpe, sabiendo que el otro solo quiere dormir. —Ya, ya... buenas noches gordo.
—¡Que no estoy gordo! Y yah, duérmete si no quieres te mande al sillón.—amenazá, sabiendo que eso bastará para que el otro se calle...al menos por un par de horas.
FIN.
